domingo, 30 de mayo de 2010
La violencia juvenil.
La violencia juvenil es una de las formas de violencia
más visibles en la sociedad. En todo el mundo,
los periódicos y los medios de radiodifusión informan
diariamente sobre la violencia juvenil de
pandillas, en las escuelas y en las calles. En casi todos
los países, los adolescentes y los adultos jóvenes
son tanto las principales víctimas como los principales
perpetradores de esa violencia (1). Los homicidios
y las agresiones no mortales que involucran
a jóvenes aumentan enormemente la carga mundial
de muertes prematuras, lesiones y discapacidad
(1, 2).
La violencia juvenil daña profundamente no solo
a las víctimas, sino también a sus familias, amigos y
comunidades. Sus efectos se ven no solo en los casos
de muerte, enfermedad y discapacidad, sino
también en la calidad de vida. La violencia que afecta
a los jóvenes incrementa enormemente los costos
de los servicios de salud y asistencia social, reduce
la productividad, disminuye el valor de la propiedad,
desorganiza una serie de servicios esenciales y
en general socava la estructura de la sociedad.
No se puede considerar el problema de la violencia
juvenil aislado de otros comportamientos
problemáticos. Los jóvenes violentos tienden a
cometer una variedad de delitos; además, a menudo
presentan también otros problemas, tales como
el ausentismo escolar, el abandono de los estudios
y el abuso de sustancias psicotrópicas, y suelen
ser mentirosos compulsivos y conductores imprudentes
y estar afectados por tasas altas de enfermedades
de transmisión sexual. Sin embargo, no todos
los jóvenes violentos tienen problemas significativos
además de su violencia ni todos los jóvenes
con problemas son necesariamente violentos (3).
Hay conexiones cercanas entre la violencia juvenil
y otras formas de violencia. Por ejemplo, presenciar
actos violentos en el hogar o sufrir abuso
físico o sexual puede condicionar a los niños o
adolescentes de tal modo que consideren la violencia
como un medio aceptable para resolver los problemas
(4, 5). La exposición prolongada a conflictos
armados también puede contribuir a crear una cultura
general del terror, que aumenta la incidencia
de la violencia juvenil (6–8). La comprensión de
los factores que incrementan el riesgo de que los
jóvenes se conviertan en víctimas o perpetradores
de actos violentos es esencial para formular políticas
y programas eficaces de prevención de la violencia.
En este informe, se define a los jóvenes como las
personas de edades comprendidas entre los 10 y
los 29 años. No obstante, las tasas altas de agresión
y victimización a menudo se extienden hasta el
grupo de 30 a 35 años de edad y este grupo de
jóvenes adultos de más edad también debe ser tenido
en cuenta al tratar de comprender y evitar la
violencia juvenil.
La magnitud del problema
Tasas de homicidios juveniles
En 2000, se produjeron a nivel mundial unos
199 000 homicidios de jóvenes (9,2 por 100 000
habitantes). En otras palabras, un promedio de 565
niños, adolescentes y adultos jóvenes de 10 a 29
años de edad mueren cada día como resultado de la
violencia interpersonal. Las tasas de homicidios varían
considerablemente según la región y fluctúan
entre 0,9 por 100 000 en los países de ingreso alto
de Europa y partes de Asia y el Pacífico a 17,6 por
100 000 en África y 36,4 por 100 000 en América
Latina (figura 2.1).
Hay también variaciones amplias de las tasas de
homicidios juveniles entre países (cuadro 2.1). En
los países para los cuales se dispone de datos de la
OMS, las tasas son más altas en América Latina (por
ejemplo, 84,4 por 100 000 en Colombia y 50,2
por 100 000 en El Salvador), el Caribe (por
ejemplo, 41,8 por 100 000 en Puerto Rico), la
Federación de Rusia (18,0 por 100 000) y algunos
países de Europa sudoriental (por ejemplo, 28,2
por 100 000 en Albania). Con la excepción de los
Estados Unidos, donde la tasa es de 11,0 por
100 000, la mayor parte de los países con tasas de
homicidios juveniles superiores a 10,0 por 100 000
son países en desarrollo o que experimentan agitados
cambios sociales y económicos.
Los países con tasas bajas de homicidios juveniles
suelen estar en Europa occidental —por ejemplo,
Francia (0,6 por 100 000), Alemania (0,8 por
100 000) y el Reino Unido (0,9 por 100 000)—
28 • INFORME MUNDIAL SOBRE LA VIOLENCIA Y LA SALUD
o en Asia, como el Japón (0,4 por 100 000). En
varios países se registran menos de 20 homicidios
juveniles al año.
En casi todos los países, las tasas de homicidios
juveniles entre las mujeres son sustancialmente inferiores
a las de los hombres, lo que indica que el
hecho de ser varón es un fuerte factor demográfico
de riesgo. La razón entre la tasa de homicidios juveniles
masculina y la femenina tiende a ser mayor
en los países con tasas altas de población masculina.
Por ejemplo, la razón es de 13,1:1 en Colombia,
14,6:1 en El Salvador, 16,0:1 en Filipinas y 16,5:1
en Venezuela. Cuando las tasas de población masculina
son más bajas, la razón es generalmente inferior,
como en Hungría (0,9:1) y los Países Bajos y la
República de Corea (1,6:1). La variación de la tasa
de homicidios femeninos entre los países es considerablemente
menor que la variación observada en
la tasa masculina.
Los resultados epidemiológicos concernientes a
los homicidios juveniles son escasos en los países y
regiones donde se carece de datos de mortalidad
recopilados por la OMS o los datos son incompletos.
Cuando existe información suficiente sobre los
homicidios juveniles, como en varios estudios efectuados
en países de África (entre ellos Nigeria, la
República Unida de Tanzanía y Sudáfrica) y de Asia
y el Pacífico (como China [incluida la Provincia de
Taiwán] y Fiji) (9–16), se han comunicado perfiles
epidemiológicos similares, a saber:
– un marcado predominio de víctimas masculinas
de homicidio con respecto a las femeninas;
– una variación sustancial de las tasas entre los
países y las regiones.
Tendencias en los homicidios de jóvenes
Entre 1985 y 1994, en muchas partes del mundo
aumentaron las tasas de homicidios juveniles, especialmente
entre los jóvenes de edades comprendidas
entre los 10 y los 24 años. Hubo también
diferencias importantes entre los sexos y entre los
países y regiones. En general, las tasas de homicidios
en los jóvenes de 15 a 19 y de 20 a 24 años se
incrementaron más.
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